Aunque la mayoría de nosotros no somos grandes fanáticos del dolor, es importante saber que el dolor es una de las herramientas de comunicación más importantes del cuerpo. Piensa en lo que pasaría si no sintieras nada al poner tu mano sobre una estufa caliente. El dolor es una forma en que el cuerpo te dice que algo anda mal y que necesita atención.
Pero el dolor, ya sea por una picadura de abeja, un hueso roto o una enfermedad prolongada, también es algo que hace sentir mal tanto física como emocionalmente. Tiene muchas causas y las personas responden de muchas maneras diferentes. El dolor que has aprendido a soportar puede resultar insoportable para otra persona.
Aunque la experiencia del dolor varia de una persona a otra es posible agrupar los tipos de dolor. A continuación, se ofrece una descripción general de los tipos de dolor y lo que los diferencia entre sí.
Dolor agudo y dolor crónico
Hay varias formas de clasificar el dolor. Una es separarlo en dolor agudo y dolor crónico (a largo plazo). El dolor agudo suele aparecer repentinamente y dura un tiempo limitado. A menudo lo causa algún tipo de daño a los tejidos, como huesos, músculos u órganos. Cuando surge, puede causar ansiedad u otros problemas emocionales.
El dolor crónico dura más que el dolor agudo. Generalmente puede resistir un poco el tratamiento médico. Suele estar relacionado con una enfermedad de larga duración, como la osteoartritis. En algunos casos, como en el caso de la fibromialgia, el dolor es uno de las principales características de la enfermedad. El dolor crónico puede ser el resultado de un tejido dañado. Pero muy a menudo, se debe a daño de los nervios.
Tanto el dolor agudo como el crónico pueden ser abrumadores. Y ambos pueden afectar, y verse afectados por, el estado mental de una persona. Pero la naturaleza de dolor crónico, el hecho de que sea continuo y en algunos casos parezca casi constante, puede aumentar la probabilidad de sufrir problemas de salud mental como depresión y ansiedad. Al mismo tiempo, estos problemas pueden empeorar el dolor.
Alrededor del 70% de las personas que toman medicamentos para el dolor crónico tienen lo que se llama dolor intercurrente (breakthrough) . Esos son ataques de dolor que ocurren incluso cuando la persona toma medicamentos para el dolor (analgésicos) con regularidad. A veces, el dolor intercurrente puede surgir de la nada o puede ser desencadenado por algo que parece no tener importancia, como darse vuelta en la cama. Y a veces puede ocurrir cuando el efecto del analgésico desaparece antes de que llegue el momento de tomar la siguiente dosis.
Otras formas en que se clasifica el dolor
El dolor suele agruparse según el tipo de daño que lo causa. Los dos tipos principales son el dolor causado por daño tisular, también llamado dolor nociceptivo, y el dolor causado por daño a los nervios, también llamado dolor neuropático.
Una tercera categoría es el dolor psicógeno, que es el dolor afectado por factores psicológicos. El dolor psicógeno suele tener un origen físico, ya sea en daño tisular o daño nervioso. Pero el dolor empeora o dura más debido a factores como el miedo, la depresión, el estrés o la ansiedad. En algunos casos, el dolor proviene de una condición psicológica.
El dolor también se clasifica por el tipo de tejido involucrado o por la parte del cuerpo afectada. Por ejemplo, el dolor puede denominarse dolor muscular o dolor articular. O un médico puede preguntarte si tienes dolor de pecho o de espalda.
Ciertos tipos de dolor se denominan síndromes. Por ejemplo, el síndrome de dolor miofascial se refiere al dolor que comienza en los puntos neurálgicos, también conocidos como puntos gatillo, de los músculos del cuerpo. Fibromialgia es un ejemplo.
Dolor causado por daño a los tejidos (tisular)
La mayor parte del dolor proviene del daño a los tejidos, o daño tisular, cuando los tejidos del cuerpo se lesionan. La lesión puede ser en los huesos, tejidos blandos u órganos. Puede provenir de una enfermedad como el cáncer o puede provenir de una lesión física, como un corte o una fractura de hueso.
El dolor que sientes puede ser un dolor sordo, punzante o palpitante (que late). Podría ir y venir o podría ser constante. Es posible que sientas que el dolor empeora cuando te mueves o cuando ríes. A veces, respirar profundamente puede hacer que el dolor se sienta especialmente fuerte.
El dolor por daño tisular puede ser agudo. Por ejemplo, las lesiones deportivas, como un esguince de tobillo o una lesión en el dedo pulgar del pie, a menudo ocurren cuando se daña el tejido blando. O puede ser crónico, como dolor causado por la artritis o por dolores de cabeza crónicos. Y ciertos tratamientos médicos, como la radiación para el cáncer, también pueden causar daño tisular que causa dolor.
Dolor causado por daño a los nervios
Los nervios funcionan como cables eléctricos que envían señales (incluyendo señales de dolor) hacia y desde el cerebro. El daño a los nervios puede interferir con la forma en que se envían esas señales. Eso puede provocar señales de dolor que no funcionan como deberían. Por ejemplo, puedes sentir que te arde la mano o alguna otra parte del cuerpo, aunque no haya calor.
También pueden resultar dañados debido a una lesión. Algunos medicamentos de quimioterapia pueden causar daño a los nervios. Los nervios también pueden resultar dañados por un derrame cerebral o una infección por VIH, entre otras cosas. El dolor podría deberse a un daño al sistema nervioso central, que está formado por el cerebro y la médula espinal. O podría deberse a un daño a los nervios periféricos, aquellos nervios del resto del cuerpo que envían señales al sistema nervioso central.
El dolor causado por daño a los nervios, dolor neuropático, a menudo se describe como ardor o picazón. Algunas personas lo describen como una descarga eléctrica. Otros dicen que es como hormigueo o una sensación punzante. Algunas personas con daño a los nervios suelen ser muy sensibles a la temperatura y al tacto. Un simple toque, como rozar una sábana, puede desencadenar el dolor.
Gran parte del dolor neuropático es crónico. Algunos ejemplos de dolor causado por nervios dañados incluyen:
Síndrome de dolor neuropático de origen central. Este dolor crónico comienza con daño al sistema nervioso central. El daño puede deberse a un derrame cerebral, esclerosis múltiple, tumores o varias otras afecciones. El dolor, que suele ser constante y puede ser muy intenso, puede afectar a gran parte del cuerpo o a zonas más pequeñas, como las manos o los pies. El movimiento, el tacto, las emociones y los cambios de temperatura a menudo pueden empeorar el dolor.
Síndrome de dolor regional complejo. Este es un síndrome de dolor crónico que puede surgir tras una lesión grave. Se describe como un ardor constante. Y es posible que tengas sudoración inusual, cambios en el color de la piel o hinchazón donde se siente el dolor.
Dolor por la neuropatía periférica diabética. La diabetes causa daño a los nervios y ese daño puede afectar los pies, las piernas, las manos o los brazos. Se puede sentir como una sensación de ardor, una punzada u hormigueo.
Culebrilla y la neuralgia posherpética. El mismo virus que causa la varicela causa la culebrilla. Es una infección localizada con sarpullido y dolor que puede ser muy intenso. Ocurre en un lado del cuerpo a lo largo del trayecto de un nervio. La neuralgia posherpética es un problema común que surge, en el que el dolor de la culebrilla dura más de un mes.
Neuralgia del trigémino. La inflamación de un nervio de la cara provoca un dolor descrito como muy grave y parecido a un relámpago. Puede ocurrir en los labios, el cuero cabelludo, la frente, los ojos, la nariz, las encías, las mejillas y el mentón en un lado de la cara. Tocar ciertas áreas o incluso un ligero movimiento puede desencadenar el dolor.